jueves, 14 de diciembre de 2006

Para que el perro no ladre al novio






Cerrame la boca del perro,
amarrame el hocico del chucho,

con una llave,
con un candado.

Tapame su vista,
cubrime sus oídos,

con doce velas, Kajval,
con una botella de aguardiente.

Amarrale una pata,
amarrale su otra pata.

Que se haga rosca en la superficie de la Tierra.
Que le entre profundo su sueño.

Ve caminando adelante del novio.
Soplale con tu aliento al novio,

para que el perro no le huela sus pisadas,
para que el perro no le huela sus manos.

Que no le vaya a ladrar.
Que no le vaya a morder.

Este perro,
este chucho, Kajval.


Petra Ernandes Jimenes (sí, así)
-Sirva a quien quería un conjuro para llegar a su mujer-

martes, 21 de noviembre de 2006

Luciernagas

Una niña tararea la Canción del Venadito. Tiene siete años de ser Verónika Taki Vaj y guarda piedras doradas para cazar tigres. Vive en Chalchihuitán, Chiapas, donde los hombres son cazadores.

¿Cómo es tu baile, / venadito de monte?
Somos venaditos rojo,/ somos venaditos gris.
Vamos a brincar en el monte/ al otro lado del cerro.
Vamos a juntar luciérnagas,/ luces de cucaracha para tu andar de noche
si te vas a Guatemala/ a traer cohetes para el Rayo.
Venadito del monte, te estoy cantando:/eres el compañero de mi alma

Urdimbre




Una poeta indígena del pueblo de San Juan Chamula, en Chiapas, Lexa Jiménes, tiene como tema de su poesía la aparición de la luna para enseñar a hilar y a tejer a las mujeres. "Antes hacían los hilos como ahora hacemos nuestros hijos. Los hacían ellas mismas con la fuerza de su carne". Como recuerdo y símbolo vivo de aquella aparición, en el pueblo conservan, segun este poema, "el telar de la luna, su huipil y su machete". Dice Mircea Eliade que en varias culturas "lunares" el oficio de tejer explica al mundo. La luna hila al tiempo y a las existencias humanas. Según él, en estas mitologías lunares donde el mundo es creado de nuevo periódicamente, hay un vínculo entre los destinos de los humanos y el trabajo femenino que se debe realizar casi a escondidas, lejos de la luz solar. Trabajo nocturno y secreto, como los sueños.

El tejido es el texto de los sueños. Su poesía. Y en los sueños está la espiral ascendente de hilos, la escalera que une a los hombres con los dioses y con su destino. Por los sueños se accede al supramundo y se desciende también al inframundo. Por los sueños saben los humanos cómo tejer su vida, cómo darle sentido y trascendencia. El poeta chileno Ludwig Zeller, que vive en Oaxaca, retoma en su poema "Tejedor Zapoteco", el tema del destino entretejido con el hombre mismo que teje y con sus instrumentos. "Crecí en este telar, mis huesos lo apuntalan desde siempre". Más allá de la voluntad de sus manos, la "fantasmal lanzadera" silenciosa del tiempo le hace tejer "el secreto diseño que en los días ha de tener mi muerte", esa "oscura madeja" que desovillamos. "Entre trama y urdimbre mi destino. Los rostros invisibles/ del futuro ignorado que es sólo maraña de raíces/ que cantan, debajo de la tierra que es eterna."

Alberto Ruy Sánchez,
"Tejer los hilos de los sueños en la poesía"

Leñateros (2)




La pintora Roselia Montoya, de Huixtán, dirigió la hechura de 3333 máscaras para la portada del libro, utilizando cartón corrugado, pelos de elote, cola de carpintero, chapopote, alcanfor y Nescafé

Leñateros (1)



El Taller Leñateros es un espacio de experimentación donde otros protagonistas son las hojas de palma, musgo, papiros, tallos de gladiola y cepas de plátano que dan cuerpo a las hojas confeccionadas manualmente con ayuda del sol, la perseverancia y el contento por el trabajo.

Y son papeles artesanales los que resguardan estos cantos de mujeres tzotziles. Cantos soñados y vividos por alfareras, panaderas, comadronas, parteras, videntes, hilanderas, coheteras, pastoras, espiritistas y jornaleras... con la participación, faltaba más, de varios hombres, hasta hacer la suma de 150 colaboradores en la hechura del volumen bilingüe, con prólogo de Juan Bañuelos y versiones en castía de Ámbar Past, la impulsora de este proyecto que tuvo vida editorial luego de veintitrés años que reunió conjuros poéticos, cerros de obra gráfica y máscaras que serían portada.

Pero no sólo canciones de caza y cuna anidan el volumen. También hay cantos para enamorar, para curar al loco, para alistar una fiesta, para pedir el préstamo de una jícara a la vecina y para solicitar que los borrachos dejen de beber.

lunes, 20 de noviembre de 2006

Conjuro para la Pexi Cola

CONJURO

PARA LA PEXI COLA

Recuerda a la gente que me tienen que comprar.
Que no vayan a ir a la otra tienda.

Mándame clientes, Kajval.
Con harta paga, Kajval.

Quiero vender mis cigarros uno por uno,
las galletas, los dulces, la sal.

Que tomen los refrescos;
que no se estén aquí enfriándose nada más
porque se oxidan las corcholatas.

Que no se vaya a agriar tu rocío;
que no se vaya a podrir el panta, la pexi.

Que me mantenga el Refresco como un hijo
que trabaja para dar de comer a su madre.

Loxa Jiménes Lópes

Dedicatorias


1. Dedico este poema a los hombres que nunca se acostaron conmigo
a los hijos que no tuve
a los poemas que nadie escribió


2. Dedico este poema a las madres que no amaron a sus hijos
a los que murieron en hoteles
sin que nadie les acompañara
Lo dedico al autor de las pintas en los muros
al hombre y a la mujer
al torturado anónimo
al que nunca dijo ni su nombre

3. Dedico este poema a los que gritan de dolor
y también a las parturientas
a los que gritan en la terminal de autobuses
en los portales del mercado

4. Lo ofrezco a los suicidas
a los poetas
que viven olvidados en alguna antología
al que lava cadáveres
a las mujeres que se acuestan con todos
a los que siempre duermen solos

5. Destino este poema a las comadres y a los compadres
que hacen el amor y se convierten en piedra
a los que se bañan con jícara
en Viernes Santo y se vuelven peces
al hombre que quiso ser zopilote
a los que sueñan que pueden volar

6. Sacrifico este poema al Señor de la Noche Estrellada
a la Guacamaya de Fuego
al Llanto de las Moscas
a la Lluvia Verde
Al que Guarda la Miel
a la Hermandad de los Hermanos Menores
al de la Máscara que Llora
al Rugoso Caracol de Tierra
al Vertidor de los Cuatro Rincones
a los Juntadores de Corteza para Preparar el Vino Ceremonial

7. Lo dirijo al que toca la flauta y el tambor cuando van a lavar
los paños en el ojo de agua
a la que chapotea en las cascada y se moja el pelo con agua de
lirios
a la que da el pecho a su hijo en el cañaveral
a los que buscan el arcoiris en el aceite de los charcos
a los remeros que inventan el canto con sus brazos
a los que lavan el nixtamal bajo la lluvia
a las que acarrean el agua en cántaros

A la niña viendo luciérnagas
a la niña con el candil en la mano
a los chamacos que saltan con el rastrojo en llamas
a los que corren sobre el fuego
entierran a sus muertos en la cocina
y cantan entre los escombros
al que engaña a su muerte en las camas de los moribundos
al que baja de los cerros para no quemarse con las estrellas
al que agarra la mano a la muerte y baila con ella
a las que tienen muchas nueras y cargan iguanas en sus
cabezas
a los colochos que venden nieve en tierra caliente
al que arremanga su camisa y pide un hacha
a la que vende tamal de bola, de mumu y chipilín
a los que cortan elote tierno para comerlo crudo
y amarran la pata del perro que roba pollo
a los que hacen las maracas
y matan por amor
a los que se avientan al hoyo en el entierro de un amigo
al poeta que no puede bajar del techo por estar tan enamorado
al que hace lo que puede

8. Consagro este poema a los que no frecuentan cafés
ni piscinas ni saben hablar por teléfono
a los que no entran en los bancos
ni salen en la tele
a las de la primaria vespertina
que reciben declaraciones de amor con faltas de ortografía
a los poetas que nunca empezaron a escribir

a los meseros que tragan su dignidad
a las viejas que lavan ajeno

a las que no se atreven a opinar
ni a levantar la voz
a las que no pueden estar felices sin el consentimiento del macho
a los que se tiran al suelo y tragan su lengua entre la multitud
a las que duermen con sus delantales puestos
y piensan en qué hacer mientras sus maridos eyaculan
prematuramente
a las que se levantan a oscuras en galeras de palma
a las que tortean en jacales
a la que se quemó su pelo
y manchó de tizne su falda
a los que asolean chilcayotes en su tejado
y no tienen sillones

9. A los que arrullan a sus hijos en tzotzil
y traen mugre bajo las uñas
a los pepenadores
a los que chaporrean
a los que siembran nopales y comen tortilla con sal
al sereno que también trabaja de día
a la de la chancla rota que tiende cien camas cada mañana
al viejo sin dientes que merca chicle en la playa
a los que viajan parados a la tierra del cacao
a las que traen las caras negras
y la cicatriz del llanto en su sordera

10. Ofrendo este poema al hombre encadenado
a los niños golpeados
a los hijos de alcohólicos
a las que cuidan a las criaturas de otros y ven a las suyas cada
quincena
a la que trapea en el colegio y no sabe firmar su nombre
a las que comen en la mesa del hospicio
a los tullidos que se acurrucan junto al horno en alguna panadería
a los que atienden los baños públicos
y barren las callen al amanecer

a las que bailan en cabarets
y están hartas

11. Brindo este poema al amasador de adobes que muere en la casa
que construyó para otro
al poeta en su velorio con la boca cerrada para siempre
a los que se escaparon de noche cuando el volcán sepultó su iglesia
a los vecinos que enterraron a sus hijos
uno tras otro como los años que pasan
a los que han tenido que vender a sus hijos
su sangre y su sexo
a los que nada tienen que perder

12. Propongo este poema a los peones acasillados que invaden las
tierras del patrón
a los que cavan túneles debajo del dinero
a los que prenden lumbre al ingenio
a los que no echan sombra y sin luna contemplan los puentes
a los niños de trece años que se van arriba
y conocen mujer por primera vez en las montañas

13. Para los dos heridos, las pelonas,
el tacuatzín de Olga

14. A los que nacen en países donde la verdad está prohibida por ley
a los que han adoptado otro nombre
y llevan años sin saludar a la familia
a los que nunca durmieron en la misma cama
y comparten la fosa común

15. Dedico este poema a la madre que busca a su hijo en el anfiteatro
entre otros poemas decapitados
a la que no puede decir cuál cadáver es el suyo
y se despide de cada uno con un abrazo

16. A los chuchos apaleados

17. Dedicación

-Ambar Past